Me arranca lágrimas cada vez que escucho esta aria de la ópera Turandot, de Puccini. Es una de esas cosas que te recuerda que hay existe lo bello y virtuoso en el mundo, y que todos tenemos un talento, y cómo podemos pensar que evolucionamos de primates o que salimos de la nada o que surgimos del polvo siendo capaces de producir cosas tan hermosas como el canto, la música o la poesía?
Nadie dormirá! Nadie dormirá! Ni aún tú, oh, Princesa, en tu fría habitación, mira las estrellas que tiemblan de amor y esperanza.
Mas mi secreto está escondido en mí; nadie sabrá mi nombre! No, no! En tu boca lo diré cuando las luces resplandezcan.
Y mi beso disipará el silencio que te hace mía.
(Nadie sabrá su nombre y tendremos que, oh, morir, morir!)
Desvanécete, noche! Pónganse, estrellas! Pónganse estrellas! Al alba venceré! Venceré! Venceré!
Sin palabras.
0 guánder pípol séid...:
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